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Books and anime reviews, when I have time; I wrote tales, stories and unfinished novels (for now). Hobbies too and reflections. Mainly Spanish, sometimes English and maybe something in Japanese.

viernes, 24 de marzo de 2017

[ESP] Para los que nos quedamos... II

Las entradas estarán escritas en orden cronológico por lo que no le veo razón de ser ha poner un enlace en cada uno, sírvase mejor usted mismo al vagar por este blog.



Si, este viejito pesimista es quien a veces usan como
promocional a muchas frases motivacionales, seguro
se retuerce en su tumba. 


Y entonces es cuando uno piensa en sueños, esperanzas e ilusiones y, por consiguiente, en remordimientos, futuros reproches y próximas tristezas. Aquí es pues, cuando las palabras de Arthur Schopenhauer, Parerga y Paralipomena (1851), vienen a mi mente:

"Cuanto más tiene uno en sí mismo, tanto menos necesita de fuera y tanto menos pueden, asimismo, ser los demás para él. Por eso conduce la eminencia del espíritu a la insociabilidad."

Si, Schopenhauer fue un pesimista, y bajo esta premisa decía que "la vida es un anhelo opaco y un tormento", es decir creía que nuestro tan arraigado deseo de vivir junto con nuestra predisposición a ser esclavos de nuestros deseos solamente nos traerían sufrimiento, alejándonos, irónicamente, de nuestra búsqueda por la felicidad.

¿Pero es entonces que los deseos son malos para el hombre? ¿No es acaso esta búsqueda insaciable lo que nos ha llevado a donde estamos?

En la biblia, en el libro del Génesis (Cap. 3, 1), es la serpiente quien tienta a Eva a comer del árbol del "conocimiento":

"La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yavé Dios había hecho. Dijo a la mujer: '¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?' "

Si tenían todo, ¿Cómo es que se dejó tentar? Creo yo que no es por la predisposición de la mujer a ser malvada como muchos fanáticos religiosos lo dicen, sino es más bien el hambre del ser humano a por más, ¿Curiosidad? Quizás. Haciendo referencia a la frase popular: "La ignorancia es el camino a la felicidad", podemos entender que siendo ignorantes podemos ser felices puesto que todo tiene soluciones simples que se dan por aceptadas y correctas, una aceptación eterna al medio y a nosotros mismos.

Según la religión judía y la cristiana-católica (y sus variantes) el deseo por ese árbol es aquello que nos condenó a vagar en esta tierra, a sufrir y ser castigados. La mayoría de las religiones nos reprimen los deseos porque ellos llevan a la condenación, ¿Pero acaso es cierto eso?

La modernidad nos ha hecho sucumbir a nuestros deseos puesto que ahora son explotables comercialmente, especialmente los deseos relacionados con los vicios que son aceptados por la sociedad y los relacionados a la "libertad" y la "felicidad". Es cierto pues, que ahora con tanto movimiento "new age" se nos invita a "exiliarnos" y buscar refugios, en que la modernidad es malvada... desvivirse por tener el último modelo de celular es malo pero desvivirse por vivir alejado de la humanidad en un hermoso centro recreativo-vegano-reflexionista-oriental-orgánico, es lo correcto. 

Pero, ¿Qué pasará cuando muramos? Si te llevas la vida solamente en tener sexo con la cantidad de muchach@s que puedas porque eres adicto al sexo, ¿Hiciste mal o hiciste bien? Si heriste los sentimientos de algún chico, ¿Serías un puta sin corazón? Si no heriste a nadie y todos tuvieron un intercambio sexual placentero, ¿Serías entonces una mujer libre que disfruta de tu sexualidad?

En "Un año con Schopenhauer (2004)", el autor Irvin D. Yalom, nos presenta el caso anterior, cuando Julius le comenta a Philip que dada su condición (adicto al sexo) se podría escribir como epitafio que vivió como un perro: comer, coger y dormir.

Lo cierto es que hay deseos que nos torturan y hay otros que nos motivan, ¿Cuál es, entonces, la situación con los deseos? ¿Hay deseos buenos y deseos malos? ¿Amar con pasión y locura es bien visto mientras volverse adicto al porno es algo malo?





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